Desarrollar una cultura de pensamiento en el aula
Ritchhart (2014), afirma que el pensamiento, las situaciones provocadoras del mismo, las oportunidades para activar la reflexión, no tienen por qué ser invisibles. Según las investigaciones de Ritchhhart (2002) los mejores docentes establecen a través de su práctica, una fuerte cultura del pensamiento. Los estudiantes aprenden de la clase, pero también aprenden de las culturas que forman parte del contexto del aula. Dichas culturas, pasan a formar parte del currículo oculto y emergen en las expectativas y concepciones que facilitan u obstaculizan el aprendizaje de los alumnos. Para que los estudiantes aprendan, hay que asegurar que se desarrolle en el aula una cultura del pensamiento, a través del trabajo con disposiciones del pensamiento como: indagación, curiosidad, juego de ideas y análisis de temas complejos. Es esencial tener en cuenta que las rutinas de pensamiento o las diferentes destrezas, estrategias o hábitos deben tener lugar dentro de una cultura de aula que invita y favorece pensar, sino pueden convertirse en meros ejercicios sin relevancia
Según Ritchhart, existen ocho claves que ayudan a desarrollar una cultura del pensamiento en el aula:
- Tiempo
- Oportunidades
- Rutinas
- Lenguaje
- Creación de modelos
- Interrelaciones
- Entorno físico
- Expectativas