4.1 Principios generales

Conseguir una buena afinación no es un trabajo sencillo ni rápido, hemos de conocer muy bien el desarrollo psicológico de los niños, su estado emocional y la progresión musical necesaria para conseguirla. La afinación nace del canto en el niño, son conceptos indisolubles en la infancia, y los niños cantan para expresar sus ideas y emociones. Por lo tanto, hemos de generar la emoción necesaria en los niños para cantar, algo tan importante como conocer la progresión vocal o melódica en los primeros cursos.

La afinación se suele confundir en multitud de ocasiones con el sentido tonal aunque, siendo conceptos que están íntimamente relacionados y son complementarios, son independientes. La afinación es la habilidad o capacidad para cantar entonando sonidos, intervalos o melodías, pero no tiene por qué ser consciente, es decir, el niño puede o bien afinar por repetición sin conciencia alguna lo que está cantando o puede afinar con apoyo armónico o melódico de un instrumento. En ambos casos valoraríamos que la capacidad de afinar del niño está en proceso, aún no desarrollada.

Por otro lado el sentido tonal es la habilidad o capacidad de cantar de manera independiente, sin apoyo armónico, dentro de una tonalidad, sintiendo en todo momento su tónica y afinando toda la melodía. Por lo tanto conseguir una buena afinación es un proceso previo a la adquisición del sentido tonal. Para ello usaremos como herramientas fundamentales la repetición y comparación de sonidos e intervalos aislados, y la reproducción de motivos y frases melódicas dentro de la tesitura del niño con apoyo melódico y armónico. Igualmente es de gran importancia que el niño descubra los diferentes resonadores naturales que poseemos.

Evaluar si un niño tiene una buena afinación es relativamente sencillo, simplemente hemos de hacerle repetir de nuestra propia voz un mismo sonido, intervalo o melodía. No obstante aquí podemos encontrar alguna dificultad en el caso de que el profesor sea un hombre, en cuyo caso el niño tenderá a cantar más grave. En este caso, si es necesario, hemos de octavar el sonido de tal forma que el reciba la misma frecuencia que la que posee su voz. Del mismo modo es más complicado para el alumno imitar sonidos que no sean de la propia voz humana, siendo, en orden de dificultad ascendente, más difíciles los sonidos de instrumentos de viento, cuerda y percusión.

Más complejo resulta evaluar el desarrollo del sentido tonal en un niño, no obstante podemos saber si un niño tiene sentido tonal si es capaz de:

  1. Cantar la escala desde un sonido base dentro de su registro de forma autónoma,
  2. Finalizar una melodía dada con una última frase conclusiva, sin salir del tono,
  3. Cantar el último sonido de una melodía (sin estar dado) y cantar la escala y el acorde de la tonalidad principal de la melodía

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