2.1. Principios generales

La audición es el punto de partida para desarrollar la máxima atención y la imprescindible adhesión a la música y por lo tanto a la dinámica de clase, pues es el punto de partida del fenómeno musical.

Uno de los trabajos fundamentales en el aula es generar el ambiente adecuado para generar una escucha activa por parte de los niños, es decir, una escucha en la que el niño no reciba sólo mera información, sino en la que sea capaz de entender de forma global las ideas que se le transmiten, tanto a nivel en la conceptual como afectivo, recibiendo y procesando a todos los niveles las ideas musicales o no musicales que el profesor está transmitiendo.

¿Cómo generamos el interés del niño por lo que va a escuchar?

Aunque tengamos una regla fundamental en la comunicación humana por la que para escuchar tenemos que estar en silencio, si al niño no le interesa lo suficiente lo que va a escuchar es probable que, o bien no esté en silencio, o bien tenga su atención destinada a otra actividad o pensamiento.

Por lo tanto hemos de conseguir dos objetivos complementarios pero independientes; por una parte hemos de conseguir la atención del niño haciéndole partícipe del fenómeno de la audición, realizando una escucha interactiva en la que él repita e invente; y en segundo lugar hemos de generar un material musical suficientemente rico y atractivo para el niño, dentro de su universo y sus posibilidades musicales. Esta escucha activa hará que el sonido no sólo llegue de manera superficial al niño, sino que se integre en su ser musical, es decir, desde su pensamiento musical hasta su cuerpo, a través del ritmo y el movimiento.

Para ello en las diferentes actividades que planteemos en la audición hemos de procesar el sonido a través de su cuerpo, bien cantándolo o bien expresándolo con su propio cuerpo. De esta manera repetiremos el sonido en nuestra mente, para así conseguir generar y fijar la imagen sonora en nuestro cerebro. Con diferentes imágenes sonoras el niño podrá comenzar a desarrollar sus propia imaginación musical y sus propios esquemas melódicos.

Es de suma importancia que la “información” musical que se le da al niño, bien sean sonidos aislados, intervalos, melodías o pequeñas canciones, estén dentro de su universo musical y adaptadas a su nivel.

Si todo es muy sencillo, los niños se aburrirán rápidamente. Por el contrario, si es sumamente complejo, no podrán asimilarlo y por lo tanto perderán la atención y el interés.

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