Colocación de las piezas en el tablero

Es un ejercicio que se puede realizar ahora o más adelante, en un huequecito que nos quede, simplemente, para cambiar de actividad.

Si los alumnos son pequeños, suele ser una buena idea explicar la colocación contándoles un cuentecito o con una canción o ambas cosas.

“El ajedrez es como un combate entre dos ejércitos. Cada uno tiene su castillo. Lo primero que vemos en un castillo son las murallas. Los peones se ponen delante y forman una especie de muralla que protege a las piezas. A los lados de la muralla y detrás de los peones, siempre se ponen las torres; una a cada lado. Al lado de cada torre, se coloca un caballo. Y a continuación los señores que cuidan a los caballos, que son los alfiles. Quedan dos casillas libres en el centro. Una blanca y otra negra, bien protegidas por todas las tropas. En ellas se colocan el rey y la Dama (o Reina). El rey, como es un caballero, deja que la dama ocupe la casilla de su color”.

Así queda colocado el tablero.

¿Os acordáis bien de la historia que acabamos de contar? ¿Sí? ¿Sabréis colocar vuestras piezas en el tablero? Venga, intentadlo. Si a alguien no le sale y se atasca, podéis recordarle la historia. Cuando lo hayáis conseguido, me llamáis y me enseñáis cómo habéis puesto vuestras piezas.

Ha llegado el momento de enseñar a mover las piezas. Hay que dedicar tiempo. Tienen que aprender sin prisa y fijar con seguridad en su memoria los movimientos de cada una. Son seis piezas diferentes.

Ya se ha comentado en metodología cuál es la progresión que consideramos más adecuada. El rey es la pieza más importante y la que tiene un movimiento más sencillo e intuitivo.

Por ella empezamos.

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