MARCO TEÓRICO
¿Cuántas veces hemos escuchado que la conflictividad entre los jóvenes aumenta cada día?. Con frecuencia nos encontramos en los centros educativos alumnos/as que se pelean o discuten por diferencias personales o por malentendidos.
La forma que tienen algunos de resolverlo es a través de la violencia, terminando frecuentemente con una expulsión del centro. Sin embargo, los conflictos no quedan resueltos.
La conflictividad es un proceso dinámico y forma parte de la vida de los centros. En este proceso, se desarrollan capacidades y habilidades de cooperación, de colaboración, de comunicación y de expresión de sentimientos que predisponen a facilitar un acuerdo mutuo. La resolución de conflictos debe entenderse como una herramienta de prevención de nuevos problemas que pueden aparecer si la situación que en un principio ha originado el conflicto no está bien resuelta por las dos partes implicadas. Como diría Martin & Puig 2002 «El conflicto no es únicamente inevitable, sino que, además, es necesario para mejorar la vida colectiva».
Además, existen otras situaciones en las que la convivencia se ve dañada por el acoso escolar, el maltrato, el aislamiento, la exclusión social,… y que surgen fundamentalmente fuera de la vista de los profesores, en contextos poco vigilados como son los pasillos, el patio , salidas del centro, etc.
Para dar respuesta a estas situaciones es necesario la incorporación de programas preventivos para la mejora de la convivencia, que permita por un lado a los alumnos/as otras formas alternativas de resolución de conflictos y por otro lado que eviten la aparición de situaciones de maltrato.
La puesta en marcha de estos programas preventivos para la mejora de la convivencia está basada en sólidos fundamentos teóricos y metodológicos, algunos de los cuales haré referencia a continuación.
1º Los nuevos enfoques para abordar la resolución de los conflictos y el maltrato tienen que basarse en modelos de mediación y ayuda entre iguales. Se trataría de estrategias para asistir a los alumnos en situación de debilidad, maltrato e indefensión . 2º Estos modelos deben apoyarse en valores prosociales de respeto, ayuda, diálogo, tolerancia y solidaridad, con una finalidad muy clara: fomentar una cultura del diálogo, la empatía y escucha activa.
3º Estos modelos ponen en valor el empoderamiento de los adolescentes. Entendido este como un proceso que les permite sentirse cómplices y responsables del buen funcionamiento de la convivencia.
4º A nivel metodológico, utilizamos la Pedagogía de aprendizaje y servicio solidario. "una metodología que combina en una sola actividad el aprendizaje de contenidos, competencias y valores con la realización de tareas de servicio a la comunidad y con una utilidad social.
En definitiva, estos programas tienen un carácter eminentemente preventivo y proactivo, en el sentido de que actúa a priori, anticipa los problemas e intenta resolver el futuro. Ve los conflictos como una ocasión y como una oportunidad.